DETERMINACIÓN Y TRANSFORMACIÓN: LA HISTORIA DE ENRIQUE
Enrique E. García
García de la Garza Abogados
Socio IOS desde 2010
Fue un miércoles de junio del año 2013, sonó mi celular y contesté una llamada de Mauricio, papá de un compañero de la escuela de mi hijo, Enrique, y me dijo: “Hola, Enrique. ¿Cómo estás? Fíjate que Pato cumple 8 años y quería organizar una convivencia papás e hijos con sus compañeros de clases para festejarlo haciendo un hike en Chipinque. Quería ver si Enrique y tú nos pudieran acompañar.” Mi rutina de ejercicio en esa época era ir de la cama a la cocina, abrir el refrigerador y tomarme una coca-cola bien helada, no tenía buena condición física, pero, ¿qué tan complicado podría ser ir a hacer un hike con niños de ocho años? No lo pensé mucho y rápidamente le respondí: “Claro Mauricio, cuenta con nosotros”.
Llegó el sábado, nos habíamos quedado de ver en la meseta de Chipinque, al bajarnos del carro vi a un grupo de 10 papás con sus hijos y como te podrás imaginar, había de todo: el papá fit, el que trae todo el equipo (como si fuera a escalar el Kilimanjaro), el gordito simpático y yo, el que se nota que no sabía ni que onda, con mis shorts color khaki, camisa tipo polo y preguntando si alguien llevaba una botella de agua extra para no deshidratarme en el camino.
Arrancamos y los niños empezaron a subir. En Chipinque hay muchas veredas, nosotros estábamos subiendo por el camino al Pinal, el cual tiene dos rutas, una corta pero empinada que le llaman “cabras”, y otra con poca pendiente pero más larga, que es por donde suben las bicicletas. Subimos por cabras, que sí es un reto si no tienes experiencia, pues es como subir una escalera sin fin. Enrique, mi hijo, se fue en el grupo de adelante con el papá fit, pues arrancaron como si fueran carreras. Yo, tranquilo y caminando, no pensé que me fuera a cansar, pero a medio camino empecé a ver que, del grupo de 10 papás, ya habían abandonado dos y yo sí venía ya cansado, pero agarré fuerza para terminar. Al llegar a la cima, me tocó ver dos grupos de niños: los orgullosos porque sus papás ya habían terminado y el otro grupo de niños, sentados con carita triste porque su papá no había llegado a la cima. Ahí, en ese último grupo, estaba mi hijo, hasta que me vió y se le iluminó la cara, sonrió y corrió a abrazarme con fuerza. Ese momento me cambió la vida, yo tenía 40 años, con cuatro hijos, el menor recién nacido y pensé, “en 11 años, cuando mi hijo menor quiera hacer un hike con los papás de sus amigos, va a ser de los que estén sentados con cara triste poque su papá no completó el recorrido.”
Dejé de fumar, empecé a comer mejor y decidí salir a correr 5km todos los días. Fue increíble el cambio tan rápido que sentí en mi cuerpo, poco a poco fui bajando mis tiempos: de correr 5 km en más de 30 minutos, hoy, diez años después, puedo correr esa misma distancia en menos de 20. He corrido tres Carreras IOS, ganado una de ellas, más de seis medios maratones y hace unos meses, corrí en Londres mi primer maratón en un tiempo de 3 horas con 3 minutos.
Hace unos meses, en un viaje con mi hijo Gabriel, el que acababa de nacer cuando me invitaron a subir al Pinal hace 11 años, fuimos a un hike y llegamos a la cima junto con el primer grupo. Vi su cara, sonriente y orgulloso, y me regresé en el tiempo, recordé aquella tarde de junio en la que encontré una motivación y decidí actuar.
Cuando veo los anuncios de las Carrera IOS, veo una oportunidad de ponernos un nuevo reto y mejorar, de encontrar una motivación para ser constante y disciplinado. Ojalá mucha gente tomara ese reto y cambien su vida para bien, ayudando, al mismo tiempo, la vida de muchos niños de México que se benefician con la carrera.